Ya por fin se acabo la semana de las despedidas y de los pedos sin conocimiento y estoy en mi vetusta y querida Zaragoza. Pa no variar, cierzo y boira.
Para cualquiera que piense que lo de la Vuelta al Mundo en 80 días es muy sencillo de hacer, le reto a que lo intente con los viajes organizados ICEX. 48 horas para hacer el viaje Bucarest-Zaragoza.
Gracias a todos aquello que se acercaron al aeropuerto a despedida. Más que tres, parecía que nos íbamos 20, sobre todo porque teníamos equipaje para dar y vender. En lo sentimental, nos alegró mucho el ver que nos apreciaban lo suficiente como para vencer a la resaca y bregar con el espeso tráfico bucarestino. En lo material, le enchufé mi exceso de equipaje a Jorge mientras facturaba y sólo hice 4 kilos de sobrepeso. En realidad, mi maleta pesaba 30 kilos. Más el portátil. Más el petate lleno. La amabilidad continuó con la llegada a Madrid, donde nos fueron a buscar Pedro y Elena. Muchas gracias a los dos.
Cosas divertidas: para cuando llegamos a Madrid se me había quedado la maleta a mitad de camino, pero me avisaron y me dijeron que me la mandaban a Zaragoza directamente. Visto como las pasé en el viaje de ida, agradezcí no andar con 30 kilos de peso por los metros de Madrid, pero los ochenta abuelos a los que también se las habían perdido no estaban de acuerdo conmigo. Lo que tuvo que aguantar la pobre chica del aeropuerto a las 12 de la noche fue de juzgado de guardia.
El viaje en tren a las 9.05, que no a las 11 que les dije yo a los de la agencia también fue un dechado de organización. Me dieron billete del día anterior (29) y me tuve que colar de mala manera. A ver si les puedo pasar la factura como me tuve que comprar otro 🙂
Buena foto en la llegada, con el pato al fondo: